Ma El Ainin destaca desde niño por su fuerza física e intelectual y sus padres lo envían a estudiar a Marrakesch donde progresa sus estudios y su amor a la literatura. Peregrina a la Meca y entabla amistad con el viejo sultán Mulei Abderrahman que le transmite su sabiduría.
A la vuelta, se hace eco de los problemas de las cabilas con la colonización francesa y dotado de un creciente don religiosos y espiritual, capitanea los primeros enfrentamientos con los franceses y la ocupación del territorio libre del Sahara.
Funda Smara, la única ciudad en el desierto profundo. Un lugar casi inhabitable por su extremo calor y su entorno de pedregal negro como quemado por el sol. Levanta una mezquita y en su Alcazaba reúne una ingente biblioteca con 5.000 libros.
Los viajeros de las caravanas decían que Smara brillaba en la noche del desierto y su luz no venia de lamparas ni de hogueras. La leyenda de Smara viaja con las caravanas y con ello crece la santidad de Ma El Ainin. Las cabilas del desierto y rifeñas se unían contra los colonos solo con mencionar al Sultán Azul de Smara.
Desarrolla una intensa labor literaria y guerrera. Suya es conocida la cita “Iremos a combatirte con la cara descubierta, en igualdad de número. Sois ciento veinte; iremos ciento veinte…” con la que retó a las tropas francesas.
El Sultan de Marruecos, al que Ma el Ainin considera un títere de las potencias que ocupaban la ciudad libre de Tánger (Alemania, Francia, España…) maniobra contra la amenaza del líder guerrero y religioso y finalmente Smara es brutalmente destruida por la artillería gala, su biblioteca quemada (No hay biblioteca que se salve en un acto de guerra, de vil guerra de exterminio empezando por los libros)
Su ciudad santa duró tan solo 10 años, pero su leyenda aun perdura.
Conocí Smara en el 72 cuando era un joven de 16 años, recorriendo el desierto con mis padres y hermanos y ahí en Smara un respetable cheij de larga barba gris y de nombre Chacote (No recuerdo más) nos guió varios jornadas. Su presencia imponía, narraba historias al caer el sol mientras en el fuego, se asaba la caza de la jornada. Decían que era descendiente del mítico guerrero santo, fuese o no, lo parecía por su sabiduría y su ser.
Fueron los últimos dias antes de que el Sahara entrara en llamas por la traición de la administración española ejecutada desde los poderes oscuros de Madrid y otras capitales de potencias europeas (Paradojicamente para los movimientos izquierdistas de liberación, la única garantía de un futuro Sahara libre estaba en Carrero Blanco y Franco que retiradamente se habían negado a entregar el Sahara a Marruecos. Me consta que el ejercito español en el Sahara y buena parte de la administracion local estaban trabajando sobre la hipótesis de crear las condiciones para proclamar la independencia del Sahara siguiendo los protocolos de las Naciones Unidas y el alto consejo para la descolonización). Pero la historia es la que és, la de la infamia, la vergüenza y la traición con el pueblo saharaui.
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